02 julio 2013

El chavo y la lucha de clases


Hasta hace poco creía que el gusto por el personaje mas famoso de Chespirito era algo casi universal. En el barrio Las Delicias, donde me tocó vivir parte de mi infancia, la hora del chavo era sagrada, nos juntábamos a reírnos en la casa de Soledad, que fue la primera del barrio en tener cable (al principio el chavo estaba solo en cable). Con su escenografía sencilla y sus situaciones repetidisimas, el chavo nos hizo reír a lo largo de toda nuestra vida.

Pero al parecer no fue así para todos. Últimamente me tope con gente que contradecía mi creencia, gente a la que el Chavo le resultaba desagradable y a su vez tenían preferencias mas cercanas a programas como Los Simpsons. Mi pregunta inicial fue: ¿Es esto una simple cuestión de gustos o encubre cierto grado de cipayismo en los televidentes? Recordé entonces una anécdota que me contó una maestra que trabajaba en educación primaria para adultos en un barrio marginal. Sus alumnos tenían entre 14 y 80 años, una franja etaria bastante larga solo acortada por el fanatismo que TODOS tenían por el Chavo del Ocho, fanatismo que ella utilizo como recurso educativo. Es fácil darse cuenta porque sucedía esto: los pobres, los laburantes, las clases populares de este país veían y ven en el personaje mexicano a alguien que los identifica, que los visibiliza en la pantalla donde solo hay lugar para lo estándar.

Del mismo modo en que las clases bajas encuentran en el chavo un espejo, la clase media en su vertiente aspiracional, la pequeña y la gran burguesia ven en el chavo aquello que evitan ver en sus calles, ven al sucio y latinoamericano Chavo y les genera asco, es una cuestión de piel. En su lugar la amarilla familia del norte, provista de una critica social light, aparece como la pulida imagen del sueño americano. Los personajes de chespirito provocan a la comodidad burguesa donde no hay lugar para un chico de la calle, un superheroe miedoso, un ladrón que no le roba nadie y otros miembros del universo de Gomez Bolaños. En los televisores mas caros brillan por su ausencia los programas como el Chavo, en cambio siempre sobraran las pantallas colonizadas.




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