En mi años de secundaria me sometí a la dictadura de los diccionarios y las gramáticas, ponía mis palabras en habitaciones cerradas, sometidas a un húmedo y torturante claustro. Las encasillaba y me burlaba de su dolor, me habían enseñado que la Casa iba a ser siempre el dibujito con la puerta y la chimenea. Acepte la lógica del poder y cometí un crimen obedeciendo a la racionalidad del mercado y el estado. A cada una de ellas les di un significado del cual alimentarse por el resto de su vida y las mantuve a dieta de toda polisemia. Mi cerebro ya venia programado, solo había que obedecer.
Husmeando libros ajenos me encontré con Paul Eluard, "¿y quien es este?" dijo el chip dentro mio. El verso se me revelaba insumiso, cabalgando sobre una razón perdida. Me hice un sitio en su montura, como diría mi querido Felipe y empezé a romper candados. Brotaron con furia las otroras presas y tomaronme de rehén en la corta noche de mi existencia. Soy cautivo sudoroso y maniatado, tristemente enamorado de mis captoras sádicas y aguerridas, sin embargo indudablemente bellas.
Guardo la absurda esperanza que escribiendo me las saco de encima y no hago mas que multiplicarlas y darles poder. Verso a verso, linea a linea, expando su dominio y mi síndrome. Puede ser doloroso, pero es lo que tengo, es lo que soy. Palabras solo eso
No hay comentarios.:
Publicar un comentario