22 junio 2007

El ciruja



Arrinconado entre el piso y una incomoda tarde de verano,
bebe del cartón la sangre podrida
del dios asesinado por los hombres,
pero no piensa en la traición.

¿Fueron verdad aquellos años de juventud?

Piensa si el tiempo, la plaza,
la tierra o el frío cemento que repele la humanidad de su cuerpo
existen realmente

“Todos tenemos una cárcel”
Dice al vacío, que lo escucha
añorando poder responderle,
y calla,
como callan los hombres al verlo.

El verano hace de sus trapos
una inmunda piel sin mundo
mientras la tarde lo tortura con su lentitud
y lo invita al llanto oscuro y poético del hombre arrepentido.
Piensa, descree de todo
menos de su pasado
que poco a poco lo suicida

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